lunes, 25 de julio de 2011

Festejos desde el Cerro hasta Carrasco



Más de 60.000 personas llenaron ayer el Estadio Centenario para esperar al campeón de América. Las calles de todos los barrios de Montevideo se vieron inundadas de hinchas con camisetas y banderas celestes.
La fiesta se extendió hasta la madrugada en toda la ciudad, debido al lento avance del ómnibus que transportó a la selección Celeste desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco y hasta el Estadio Centenario.
Anoche, el vuelo desde Buenos Aires llegó poco después de las 23.00 horas, pero la multitud que esperó para dar cálido recibimiento y expresar su cariño a los futbolistas celestes determinó que el ómnibus avanzara con dificultades. En cada cuadra a lo largo de las avenidas de las Américas e Italia, hubo eufóricas expresiones de adhesión a los jugadores y al cuerpo técnico. La pasión por la selección hizo que miles de montevideanos coparon diferentes zonas, estrenando banderas, soplando vuvuzelas celestes, tocando tambores y tamboriles, al grito de "¡Uruguay nomás, Uruguay nomás!"
El ómnibus fue seguido de una caravana de vehículos que que creciendo hasta extenderse por varias cuadras.


Poco después de las 2.30 horas de hoy lunes, la selección logró ingresar en el Estadio Centenario para dar, por segunda vez en la jornada, la vuelta olímplica. La primera fue en el Monumental de River Plate, en Buenos Aires.
En el Centro de Montevideo, Denisse, una aficionada, llevó a sus dos pequeñas hijas, Milena y Priscilla a la esquina de 18 de Julio y Zelmar Michelini para que vieran el festejo. "Quiero que recuerden. En el Mundial también las traje y ellas se acuerdan de todo. Por eso, las traigo. Para que se acuerden de este momento", reiteró.
Las dos niñas llevaban camisetas con los nombres de Forlán y Lugano en la espalda y gorros celeste.
En la Plaza Independencia se armó una improvisada cuerda de tambores con más de 20 integrantes. Alrededor de la cuerda desconocidas bailaban y se saludaban con desconocidos. El triunfo celeste unía.
Miguel y Juan Meireles arribaron a la Plaza Independencia desde Colón. "Sabíamos que el centro iba a ser una locura. Lo de Uruguay en el Mundial no fue una casualidad", dijo Juan imitando a Sergio Gorzy.
En una recorrida realizada por El País se pudo apreciar que los festejos se repitieron desde el Cerro hasta Carrasco. Los tambores volvieron a aparecer en la esquina de Carlos María Ramírez y Grecia. Las calles del Cerro se transformaron en pequeños efluentes que desembocaban en esa tradicional esquina cerrense.
Miguel Hernández, un zapatero de 60 años, señaló que no recuerda un triunfo celeste en una final con tanta claridad. "Uruguay fue el mejor en forma indiscutible", dijo con una sonrisa.
A las 19 horas de ayer, poco después de finalizado el partido, grupos de jóvenes con banderas uruguayas pasaban desde el Cerro por el puente de los accesos rumbo a la Plaza Lafone de La Teja. Por Carlos María Ramírez se armó una "movida" particular: los autos iban y venían por esa avenida sin dejar de tocar bocinas e intercambiar saludos.
En la esquina de Carlos María Ramírez y José Castro también se formó una improvisada cuerda de tambores. Allí apareció una vieja bandera de la murga "La Reina de la Teja" lo que hace suponer que alguno de los "repiques" o "chicos" pertenecían a esa agrupación.
Los bares por Carlos María Ramírez estaban llenos de parroquianos. En el bar "La Razón", ubicado en Carlos María Ramírez y Vicente Yañez Pinzón, no cabía ni una moneda. Después de ver el partido de Uruguay-Paraguay, muchos clientes se quedaron observando las entrevistas a los jugadores uruguayos o el festejo que se desarrollaba por Carlos María Ramírez.
Un tercer "punto de concentración" se formó en Agraciada y Freire. Allí se mezclaron los que salieron a festejar junto con otros que esperaban en las paradas de ómnibus para dirigirse hacia el estadio Centenario. La notoria falta de ómnibus generó una mayor aglomeración de personas en el lugar. "No me puedo imaginar como está el Centenario. Voy para saludar a Lugano", dijo Marisa, una rubia de 20 años.
Por las avenidas Luis Alberto de Herrera, General Flores, 8 de Octubre y Centenario caminaban grupos de hinchas gritando y saludando a los autos que no cesaban de tocar bocina. El rumbo de esta masa de gente era uno solo: el estadio.
Otro punto de concentración se formó en la rambla y Avenida Brasil. Más de 5.000 personas se agruparon ayer al grito de "Uruguay, Uruguay". Esa masa de gente generó un embotellamiento de varios kilómetros en la rambla.
Varios miles, la mayoría de ellos niños y adolescentes, también se congregaron en la esquina de Arocena y Alejandro Schroeder. No había mesas vacías en La Pasiva y los jóvenes bailaban y cantaban al ritmo de varios redoblantes. Grupos de niños con camisetas de Forlán y Suárez miraban el tumulto sentados en maceteros enormes.
Hubo un infarto en el gol de Forlán
Una persona debió ser asistida en la explanada de la Intendencia luego del primer gol de Diego Forlán, ya que "la emoción le provocó un infarto", afirmó el Inspector Mayor Miguel Iraola, encargado de seguridad de la Jefatura de Policía.
Además, hubo un detenido por intento de rapiña en el centro y otros tres en los alrededores del estadio Centenario.
"La gente llegó toda junta para entrar al estadio y la cosa se complicó, hubo botellazos, pedreas y hasta un móvil policial terminó con un vidrio roto", afirmó Iraola.
Pasó demasiado tiempo entre el final del partido (18.00 horas) y la hora prevista para abrir las puertas del estadio (21.30), por lo que la gente "se amontonó en las puertas y comenzaron los problemas", explicó.
A las 22.30 de ayer la Policía, que trabajaba con más de 1.000 efectivos en el "operativo retorno", dispuso que no ingresara más gente al estadio, y bloqueó todas las puertas con guardia montada.
"El problema lo vamos a tener cuando la gente que venga con la caravana desde el aeropuerto quiera entrar y no pueda", adelantó el responsable de la seguridad.
En Paysandú, en tanto, algunos desconocidos aprovecharon los festejos callejeros para romper la vidriera de una óptica y joyería céntrica y robar lo que estaba a mano. También rompieron un vidrio y robaron en una panadería.

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