Noche de furia roja. De luna enrojecida por el reflejo de miles y miles de torcedores que se quedaron en vela, rezando, pidiendo por otra alegría, prometiendo decenas de ofrendas con tal de ver una vez más el amanecer más ardiente que se recuerde desde la anterior conquista.
Noche de pasión, de hombres desesperados por seducir a la gloriosa Copa Santander Libertadorescon sus encantadoras camisetas.
locura. Porto Alegre está más desbordada que nunca de locura futbolera. Sus calles parecen estar inundadas por ríos de sangre, por corazones que laten con la misma aceleración que sienten los que suelen explorar en el mundo de la velocidad.
La adrenalina fluye en el apretón de manos que realiza un mozo del restaurante, recorre con devoción el cuerpo de los parroquianos del bar que está pegado al hotel y parece fluir como si fuera una catarata por los cánticos que entonaron hasta altas horas unos muchachotes jóvenes que no quisieron pegar los ojos contra la almohada. Porto Alegre está que arde. Por culpa de Inter, que va en busca de la Copa Santander Libertadores en su querido reducto, después de haber empezado en forma fantástica la serie final contra las Chivas de Guadalajara.
SIN uruguayos. El trofeo está ahí, pronto para ser besado, para entregar de mano en mano de un plantel que, lamentablemente, no tiene en escena a sus dos jugadores uruguayos porque el técnico Celso Roth decidió empujar para un costado a Gonzalo Sorondo y Bruno Silva. Injusto, si se quiere con el primero de los dos, porque formó parte importante de este equipo hasta las instancias semifinales, justo el momento que los dirigentes decidieron cortar el vínculo con Jorge Fossati.
Es una pena, hubiese sido fantástico que en el césped del Beira Rio hubiese dos representantes celestes peleando por el gran cetro continental. Especialmente para seguir alimentando el ego oriental después de la gran gesta de Tabárez y sus muchachos en Sudáfrica 2010.
Pero el rudo de Celso Roth, que hasta la fecha no acumula en su nutrido palmarés ninguna conquista importante y que ha sabido recorrer el mundo del fútbol brasileño haciendo especial hincapié en los dos cuadros de Porto Alegre, prefirió un equipo sin "garra charrúa".
Igual eso no aplaca el espíritu de una ciudad que no tiene lugar, al menos por estas horas, para los tricolores gaúchos, y todo está centrado en el universo rojo de Inter.
plegarias. Es como si la tierra se hubiera tragado a los primos hermanos, en realidad muchos no deben querer ni tener noticias del duelo de hoy y habrán hecho miles de plegarias a Santo Chivas para que la fiesta se arruine.
Parece difícil. Si el clima previo fue tan electrizante, los mexicanos van a tener que desenchufar a media ciudad para que las luces rojas no los dejen ciegos a la hora de pegarle a la pelota.
Noche de furia roja. Final de Copa Santander Libertadores y en los alrededores del estadio no hay más lugar para las banderas y las camisetas. Locura futbolera, esplendor continental. Una verdadera oda a América.
Noche de pasión, de hombres desesperados por seducir a la gloriosa Copa Santander Libertadorescon sus encantadoras camisetas.
locura. Porto Alegre está más desbordada que nunca de locura futbolera. Sus calles parecen estar inundadas por ríos de sangre, por corazones que laten con la misma aceleración que sienten los que suelen explorar en el mundo de la velocidad.
La adrenalina fluye en el apretón de manos que realiza un mozo del restaurante, recorre con devoción el cuerpo de los parroquianos del bar que está pegado al hotel y parece fluir como si fuera una catarata por los cánticos que entonaron hasta altas horas unos muchachotes jóvenes que no quisieron pegar los ojos contra la almohada. Porto Alegre está que arde. Por culpa de Inter, que va en busca de la Copa Santander Libertadores en su querido reducto, después de haber empezado en forma fantástica la serie final contra las Chivas de Guadalajara.
SIN uruguayos. El trofeo está ahí, pronto para ser besado, para entregar de mano en mano de un plantel que, lamentablemente, no tiene en escena a sus dos jugadores uruguayos porque el técnico Celso Roth decidió empujar para un costado a Gonzalo Sorondo y Bruno Silva. Injusto, si se quiere con el primero de los dos, porque formó parte importante de este equipo hasta las instancias semifinales, justo el momento que los dirigentes decidieron cortar el vínculo con Jorge Fossati.
Es una pena, hubiese sido fantástico que en el césped del Beira Rio hubiese dos representantes celestes peleando por el gran cetro continental. Especialmente para seguir alimentando el ego oriental después de la gran gesta de Tabárez y sus muchachos en Sudáfrica 2010.
Pero el rudo de Celso Roth, que hasta la fecha no acumula en su nutrido palmarés ninguna conquista importante y que ha sabido recorrer el mundo del fútbol brasileño haciendo especial hincapié en los dos cuadros de Porto Alegre, prefirió un equipo sin "garra charrúa".
Igual eso no aplaca el espíritu de una ciudad que no tiene lugar, al menos por estas horas, para los tricolores gaúchos, y todo está centrado en el universo rojo de Inter.
plegarias. Es como si la tierra se hubiera tragado a los primos hermanos, en realidad muchos no deben querer ni tener noticias del duelo de hoy y habrán hecho miles de plegarias a Santo Chivas para que la fiesta se arruine.
Parece difícil. Si el clima previo fue tan electrizante, los mexicanos van a tener que desenchufar a media ciudad para que las luces rojas no los dejen ciegos a la hora de pegarle a la pelota.
Noche de furia roja. Final de Copa Santander Libertadores y en los alrededores del estadio no hay más lugar para las banderas y las camisetas. Locura futbolera, esplendor continental. Una verdadera oda a América.
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