jueves, 6 de septiembre de 2012

"Nunca pensé que podía pasarme a mí"


Un bombero vivió ayer su peor pesadilla hecha realidad. De guardia, recibió una llamada por un incendio: se trataba de su propia casa. Una de sus hijas, de apenas un año, falleció calcinada. "Siento muchísima impotencia", descargó el trabajador.
"La impotencia que siento no te la puedo explicar. Porque uno está todo el día trabajando, tratando de ayudar a otras personas en esto, sacando gente de entre el fuego y que te pase en tu casa… perder la nena de la casa y no poder hacer nada… Tenés que tener hijos para entender lo que yo estoy pasando ahora. Siento muchísima impotencia y mucha bronca".
Con esas palabras, Wilmar (32), un bombero con cinco años de servicio y padre de tres pequeños hijos, intenta resumir lo que pasa por su cabeza. Es que ayer a la mañana el destino se ensañó furiosamente con él y lo hizo protagonista -de la forma más macabra- de la peor tragedia.
Su casa se incendió por completo, y una de sus hijas, de un año, falleció calcinada. Su mujer y sus otros dos hijos (de 4 y 3 años), lograron salir de la vivienda, con ayuda de vecinos.

Tal como marcan las sacrificadas guardias, hasta las próximas 48 horas, se suponía, no volvería a encontrarse con ellos. Sin embargo, pasaron apenas dos horas para que Wilmar volviera a su casa. Precisamente a las 9:40, y con el sonido de la clásica canción de la película Rocky (en vez de campanas se utilizan diferentes temas musicales que ofician de alarma), el equipo de guardia se activó. Wilmar recibió la comunicación por radio desde el destacamento de Belvedere, que solicitó apoyo "para una finca incendiada en la zona de Conciliación". Hasta ese momento era el único dato con el que contaban.EN FUNCIONES. A las 7 de la mañana de ayer, y como acostumbraba a hacer cada vez que tenía guardia en el destacamento Centenario, en el centro, Wilmar armó su bolso, saludó a su señora, besó a sus hijos sin despertarlos y marchó a trabajar, desde su humilde casa ubicada en Conciliación.
Con la ambulancia pronta para salir -Wilmar es enfermero, además de bombero, y cumple ambas funciones- se les dio otro dato por radio: la casa en problemas se ubicaba entre la calle Carlos María de Pena y Pasaje Bañados.
"Él va en la ambulancia de Bomberos sin saber que el destino era su casa. Cuando le comunicaron por radio las calles identificó que era su cuadra, pero no tenía el número de puerta todavía. Simplemente atinó a decir que podía ser algún vecino suyo y que debía conocerlo", contó uno de sus compañeros, visiblemente impactado. Uno de sus colegas que iba con él fue alertado de la situación a su celular por el equipo de Belvedere, que ya había llegado al lugar y advertido la situación.
"En el camino, él tomó conocimiento de que la casa incendiada era la suya y, por tanto, sus compañeros tomaron los resguardos con él para el arribo, porque ya se había localizado el cuerpo de su bebé", explicó el vocero de Prensa de Bomberos, Leandro Palomeque, sobre la trágica situación.
Tales "resguardos" consistieron en evitar que Wilmar llegara a la escena y viera el panorama desgarrador. Sin embargo, el propio bombero reconoció a El País que en ese momento nada pudo evitar que accediera al lugar. "No era necesario que me intentaran frenar o decir algo porque iba a venir igual. Me enteré cuando estaba en camino...", dice con voz pausada.
Pero cuando llegó, ya no había nada que hacer.
VECINOS. Mientras el equipo de bomberos estaba en camino, vecinos de la zona acudieron a ayudar a la familia, atrapada por el fuego. Uno de ellos fue Nelsi Rodríguez. "Estaba en casa y empecé a sentir gritos. Cuando salí afuera vi un humo tremendo. Justo salía el vecino de enfrente también y fuimos corriendo hasta ahí", cuenta Rodríguez.
Cuando llegaron al lugar vieron a la mujer que, arrastrándose semiahogada por el humo, salía por la puerta. Desesperada empezó a pedir ayuda. Uno de los vecinos ingresó por el frente y a mitad de camino se encontró con uno de los pequeños, al que cargó en brazos y rescató.
Mientras tanto, Nelsi fue por el fondo donde, según gritaba con desesperación la esposa del bombero (mientras era retenida por vecinos para evitar que entrara a la finca), estaba la cuna de la bebé. Allí, el vecino se encontró con el otro pequeño, que estaba trancado entre las rejas de la ventana.
"Tenía los piecitos para afuera de la reja. Pero había quedado trancado. Con mi hijo le acomodé los brazos, le torcí la cabecita y pudo salir. Con la beba, nada pudimos hacer. Había fuego por todos lados", se lamentó Nelsi.
Ayer por la tarde, y todavía con el uniforme de bomberos puesto, Wilmar recorría el lugar, junto a sus familiares y vecinos, que acompañaban en silencio. Con paso cansino entraba y salía de la casa, y recorría las habitaciones como intentando buscar una explicación en algún rincón de lo que -a esa altura- eran carbón y cenizas. "He visto muchas situaciones similares. Pero nunca pensás que te va a pasar a vos. Es muy fuerte. En estos cinco años he pasado por muchas situaciones, de todo tipo... dolorosas. Pero esto es terrible", reflexionó Wilmar, con la mirada al piso.

Bombero y enfermero de vocación

"Es muy injusto lo que le pasó. Lo conozco de toda la vida y es un tipazo. No se puede creer esto. Todo el mundo lo quiere en el barrio", repetía un vecino de la cuadra, con pena. Tras la tragedia, Wilmar y su familia se quedaron "con lo puesto". Sus compañeros de trabajo iniciaron una colecta interna para colaborar con el trabajador. "Es tremenda persona y excelente profesional, muy trabajador. Estamos todos shockeados con esto. Nosotros conocemos a su familia. Sabemos el sacrificio que hizo él y su esposa para tener a la bebé, que nació prematura y estuvo un tiempo internada en CTI. Todo les costó mucho y la verdad que es muy duro", narró Enrique Martínez, bombero y compañero del destacamento.
Wilmar lleva cinco años trabajando como bombero, y además se desempeña, dentro del mismo destacamento, como enfermero. Es decir que auxilia en la extinción del fuego pero también es quien atiende al personal afectado en la tarea, así como a las víctimas civiles. Con el dolor latente y la impotencia plasmada en el rostro, Wilmar, como toda persona vocacional, reflexiona sobre su profesión. "Mi vocación no va a cambiar. Yo soy bombero y enfermero. Mi vocación es ayudar, dar una mano al otro. Vemos muchas situaciones jodidas. Ninguna como esta... Trabajo en esto y se me muere un hijo, sin que pueda hacer nada, justamente porque estaba trabajando y no con ellos. Es increíble. Es bravo", dice el hombre. La esposa y sus dos hijos no sufrieron lesiones graves, aunque debieron ser internados por el fuerte shock emocional que sufrieron tras el accidente. (Para colaborar con la familia llamar al 097475380).

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