jueves, 3 de enero de 2013

¡Hasta siempre "Mazurka"!


"¡Grande Chiquito!", la voz del hincha se alzó por arriba de los aplausos que invadían la calle Isla de Flores y que le daban el último adiós a Ladislao Mazurkiewicz. "¡Idolo! ¡Orgullo del país!", agregó una señora vestida de amarillo y negro de pies a cabeza. "¡No te vas Mazurka!", gritó otro caballero. Todos peinaban canas y tenían bien presentes las atajadas del ídolo aurinegro y de la selección. "Llegaba donde no llegaba nadie", insistía otro hincha que se sumaba a cuanta rueda de conversación encontraba sin preocuparse si lo escuchaban o no.
El féretro iba cubierto por una bandera aurinegra que había ido a buscar a la sede el histórico hincha "Pepe" Larriera. El mismo que lucía una campera negra con la foto del arquero fallecido y el número 1 en la espalda.
"La primera pelota que atajó en Peñarol se la pasé yo para atrás", dijo Néstor Goncálvez rememorando la semifinal de la Libertadores frente a Santos jugada en el Monumental de Núñez. "Lo hice para que perdiera esos nervios del debut. Nosotros nunca habíamos jugado con él, no lo conocíamos. Jugaba en la reserva y lo ascendieron para ese partido por una emergencia", agregó el "Tito". "Es complicado perder a los amigos, pero es así la vida. Y la muerte es lo más seguro que tenemos, pero uno no se acostumbra".
Los hijos del arquero, Leonardo y Alessandra, estuvieron muy acompañados por diferentes personalidades del fútbol y jugadores de todas las épocas. Desde los compañeros de 1966 hasta los actuales como Darío Rodríguez y Antonio Pacheco. También estuvieron Gabriel Cedrés, Paolo Montero, José Enrique De los Santos, Oscar y Matías Aguirregaray y Nicolás Rotundo entre muchos otros. Así como el vice presidente de Peñarol, Edgard Welker.

Juan Masnik lo enfrentó cuando jugaba en Nacional y lo tuvo como compañero en Peñarol y en la selección. "Fue uno de los primeros repatriados cuando jugaba en el Granada de España y ahí, teniéndolo como compañero, me di cuenta de lo que era su dimensión como arquero", dijo Masnik antes de saludar a Goncálvez cruzando los dedos para que no se acordara cuando le abrió la ceja en un entrenamiento. "¿Sabés lo que era hacerle eso al "Tito"?, creí que me echaban de Peñarol"."Fueron muchos años trabajando juntos. Nos conocimos en la selección en el año 70 y después en Peñarol mi compañero de habitación siempre fue el `Chiquito`", dijo por su parte Germinal López, el kinesiólogo aurinegro. "Dicen que el `Ruso` Yashin y él eran los mejores del mundo. Nunca vi entrenar tanto a una persona como lo hacía él. Se quedaba una hora más y me pedía que lo acompañara. Por eso fue lo que fue. Para mí era un gran amigo, lo voy a extrañar mucho", agregó.
Fernando Alvez fue uno de sus grandes discípulos y un amigo que lo acompañó durante sus últimos días en el sanatorio. Destacó sus condiciones y su gran personalidad. Pero también contó una graciosa anécdota. En el Mundial de 1966, Inglaterra y Uruguay protagonizaron el partido inaugural y ambos planteles debían saludar a la reina. "Sólo había que hacer una reverencia, porque a la reina no la toca nadie; pero el `Chiquito` miró al marido y le dijo: `Vos si que estás pintado`".
Fernando Morena, también brindó su visión sobre el ídolo: "Jugué con él en el 76 y 77. Fue un fenómeno, no sólo en lo deportivo, sino en su forma de ser. Tenía una personalidad especial, pero jamás hacía daño. También fue un gran entrenador de arqueros, enseñaba sin decir jamás `yo hacía esto o lo otro`", contó "Nando".
ENTRENADOR. "Podía haber otros arqueros como yo, pero mejor ninguno", solía decirle Mazurkiewicz a los arqueros que entrenaba en Peñarol. Hugo Quevedo, que hoy cumple esa misma función con los arqueros del plantel principal, contó de su insistencia de "querer el puesto".
"`Como se trabaja en la semana se juegan los partidos, nos decía siempre`", contó Quevedo. "Además de la técnica que nos enseñaba, de caída y de volada, él lo tenía todo. Era un libro abierto, pero también escuchaba a los demás", agregó quien cada vez que el "Chiquito" aparecía por Los Aromos le decía: "Quédese tranquilo que yo sigo haciendo todo lo mismo que hacía usted".
"Yo no lo vi atajar, pero mi padre me contaba que fue un gran arquero. Vi algunas imágenes de la época y volaba como ninguno. Fue un orgullo compartir con él", dijo mientras tanto Juan Castillo, que lo tuvo como entrenador. "Su gran enseñanza fue la humildad", agregó.
A Carlos Aguilera lo dirigió en la Liguilla de 1988, en la que Peñarol salió campeón una fecha antes. "Tenía códigos. Decía lo que sentía. Siempre defendía al jugador, teniendo razón o no. Esas cosas no tienen precio. No hay un jugador que te hable mal de él", afirmó el "Patito". "Me acuerdo cuando llegué a Italia como sabían que venía de Peñarol, me preguntaban por él y por Abbadie. La verdad, no lo quise ir a ver, preferí quedarme con la otra imagen", finalizó Aguilera.
"Fue alguien que cambió todo lo que se hacía en Uruguay en el puesto de arquero. Fue un grande en silencio. No le gustaba aparecer públicamente, pero para él lo más importante era el jugador. Se jugó siempre a muerte por sus compañeros y por sus jugadores cuando fue técnico", dijo por su parte, otro ex arquero mirasol: Eduardo Pereira.
"Uno se pone triste cuando el motivo del reencuentro con amigos es penoso, como este; pero la despedida de un monstruo como Mazurkiewicz merece que estemos todos. Es lindo verse, estrecharse en un abrazo y ver que el espíritu fraternal de los jugadores de aquella época permanece intacto", dijo Ildo Maneiro que fue su rival y su compañero. "Fue uno de los arqueros más grandes del mundo. Integró una generación de futbolistas que permitió que aquel Peñarol del 66 fuera un equipo grande a nivel mundial", agregó Ildo.
El presidente de Peñarol, Juan Pedro Damiani llegó directo de Punta del Este al Parque del Recuerdo, donde el ídolo fue sepultado.

PABLO FORLÁN

"Yo lo embromaba y le decía que no entrenara tanto, porque nosotros ya estábamos jugando a las cartas o al billar y él recién volvía de la cancha. Y me contestaba que entrenaba así para atajar una sola pelota. Que era difícil que nos llegaran, pero esa pelota la tenía que atajar".

ILDO MANEIRO

"Fue mi rival cuando yo jugaba en Nacional y luego mi compañero en la selección y en Peñarol. Tuve la fortuna de compartir con él 72 días de la gira previa y el Mundial de 1970, allí hicimos una relación muy linda. Era huraño y solitario pero tenía unos principios inmodificables".

NÉSTOR GONÇÁLVEZ

"Fue una persona especial para su puesto. Ágil, audaz, atrevido. Había jugado al basquetbol y se notaba. Era muy especial, siempre buscaba la soledad. Se sentía cómodo así y no molestaba a nadie. Cuando se van los amigos, es bravo. Uno no se acostumbra", dijo "Tito".

JUAN MASNIK

"Lo enfrenté varias veces en los famosos clásicos del 71. Cuando él estaba en el arco uno sabía que iba a ser difícil hacer un gol. Salía muy bien, tapaba muy bien el arco. Fue un fenómeno, un monstruo. Para mí un fuera de serie. Un gran ídolo de Peñarol y del fútbol uruguayo".

MONTERO CASTILLO

"Como arquero fue un monstruo y como persona, sensacional. Lo enfrenté con Nacional y después jugamos juntos en Granada, en España. Pasábamos las fiestas juntos. Y fuimos diez años compañeros en la selección. Era un buen amigo, un amigo fiel", dijo el "Mudo".

LUIS VARELA

"Me acuerdo que en el 66 perdimos el primer partido de la Libertadores frente a Nacional 4 a 0. Al otro día íbamos para la sede porque teníamos que viajar a Bolivia y nos insultaron unos hinchas en 18 y Yaguarón. Se bajó del jeep y los agarró a trompadas a los cuatro".

JOSÉ URRUZMENDI

"Fue un golerazo. Un crack. Un fenómeno. Marcó un hito histórico. Fue una leyenda del fútbol. Un fuera de serie. No hay ningún jugador que te hable mal de él. Por eso estamos todos acá. Lo enfrenté y compartí con él Eliminatorias, Sudamericano, Mundial", contó el "Pepito".

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