jueves, 11 de abril de 2013

La presunta reaparición de Amodio en una carta


El pasado 26 de marzo llegó a El País un sobre blanco despachado en Madrid el 19 del mismo mes. En su interior, ocho hojas tamaño A4 escritas en computadora y al pie una firma hecha con lapicera negra con su correspondiente aclaración: Héctor Amodio Pérez. "Aclarando algunas cosas… a propósito de cómo se escribió la historia", se titula la carta.
Amodio Pérez desapareció hace 40 años, fue sentenciado a muerte por el MLN y nunca más se supo de su vida. En la historia oficial del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) Amodio ocupa dos lugares, el de ser uno de sus fundadores con prestigio ganado en operaciones armadas y también el de traidor. El grupo guerrillero lo responsabiliza por la caída de la organización en 1972, luego de negociar con el Ejército a cambio de su salvación la entrega de información fundamental que permitió la desarticulación definitiva del movimiento.
En la carta que llegó a El País, el presunto Amodio Pérez da su versión de hechos ya conocidos y describe charlas mantenidas mano a mano con algunos compañeros como José Mujica, Henry Engler o Julio Marenales. También ofrece detalles de la negociación con el Ejército, fundamentalmente con el entonces teniente segundo Armando Méndez. Relata un encuentro con el militar en el que también participó Alicia Rey, alias Mercedes, su pareja.
La carta describe: "Dirigiéndome a Méndez le dije, `si hay acuerdo conmigo pongo como condición que la incluya a ella`. `¿A cambio de qué?`, preguntó Mercedes. `Que me ordenen los papeles`, contestó Méndez señalando la mesa donde estaban las carpetas con las declaraciones de Píriz Budes. `Esos y los que tengo en la OCOA`. Nos miramos con Mercedes y dijimos que sí". El País supo que dicho encuentro existió y que los "papeles" aludidos eran el "Orden de Batalla" que le permitió al Ejército obtener nombres, alias y una detallada descripción de la estructura aún activa del MLN.
Pese a admitir tales hechos, en su carta el presunto Amodio Pérez afirma que no es un traidor y que cuando habló, el MLN ya estaba herido de muerte por las decisiones militares "equivocadas" que en su momento tomaron Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro, Jorge Zabalza, Julio Marenales, Henry Engler y otros líderes a quienes acusa de "divisionistas".
Sobre el porqué de su aparición, explica en el primer párrafo: "La psicología y la sociología han sido para mí, en los últimos 40 años, no solo dos herramientas que me han valido para ganarme la vida; han sido también las que me han permitido, al principio desde la distancia y luego, a partir de 1998 de manera directa, conocer la evolución, estancamiento e incluso involución del pensamiento de gente que como yo, en aquel Uruguay de 1960, creímos que era posible cambiar el mundo y nos pusimos a ello, cegados por la luz del faro cubano que hoy, cincuenta y pico de años después, sigue emitiendo luz, aunque sea mortecina y casi siempre a destellos". Dice que no pretende hacer un "análisis del porqué ni del cómo lo hicimos" y que rompió el silencio porque durante años su padre y sus amigos le pidieron que se mantuviera "alejado del proceso político" pero ahora su padre ya no vive y una entrevista a Jorge Zabalza, que se conoció en febrero, lo motivó a escribir.

Desde el primer día que tomó contacto con la carta, El País se abocó a confirmar que hubiera sido escrita por Amodio Pérez. Se iniciaron varias líneas de trabajo. El contenido de la carta fue compartido con un militar que tuvo una estrecha relación con Amodio Pérez en los `70 y con un extupamaro que lo conoció a fondo. La carta también fue analizada por periodistas e investigadores que han estudiado exhaustivamente al MLN y personas que en aquellos años estuvieron muy cerca del movimiento. Todos coincidieron en señalar que la versión que esta carta ofrece sobre la caída del MLN es muy similar al discurso que el exguerrillero mantenía en aquellos años e incluso al contenido del libro que escribió en 1972 y nunca publicó, aunque muchos fragmentos han tomado estado público.
En su carta alude a conductas personales de Zabalza, Sendic, María Elia Topolansky (hermana de Lucía), Fernández Huidobro y José Mujica, aunque también ofrece una versión histórica diferente sobre la caída de la Cárcel del Pueblo y una interpretación personal de los mismos hechos que llevaron al MLN a tildarlo de traidor. Dice haber sido "elegido para cumplir el papel de cabeza de turco" y utilizado por el MLN para explicar la derrota militar.
Además, las fuentes han identificado claves de la personalidad del exguerrillero y algunos detalles vinculados a sus relaciones personales con otros integrantes del MLN que la hacen verosímil.
Un extupamaro consultado dijo tener "99% de certeza" de que la carta es de Amodio. Por su parte, un militar que leyó la carta y conoció muy bien a Amodio en el Batallón Florida, dijo a El País que es "muy probable" que la carta fuera de su autoría y reveló algunos detalles de su vida. Dijo saber que Amodio vivió en España y que hasta hace 17 años estuvo en pareja con Alicia Rey. Incluso reveló que cuando fue liberada Rey estaba embarazada.
Por dos fuentes distintas El País confirmó que Rey estuvo en Argentina años atrás e incluso mantuvo contactos con familiares que viven en Juan Lacaze. No obstante, el militar, que pidió no ser identificado, dijo que no puede garantizar que Amodio esté con vida porque "hace algunos años" dejó de tener información.
El País obtuvo una firma de Amodio Pérez hecha en 1972 y consultó al perito calígrafo Carlos Peña Rachetti, quien ante la comparación con la actual encontró similitudes entre ambas rúbricas (ver nota aparte). El sobre también tenía pegada como remitente una etiqueta escrita en computadora: "André Touan. Av. de Mayo 725. Buenos Aires. Argentina". Un periodista de El País comprobó que esa dirección no existe.
En base a los diversos testimonios recabados y la confirmación de que la reconstrucción de algunas conversaciones que muy pocos conocen y que se plasman en la carta son fieles, El País recogió elementos de convicción que le permiten presumir que la carta pudo ser escrita por Amodio Pérez. Ayer, algunos medios divulgaron que la carta estaba en poder de El País y fantasearon sobre las razones que llevaron a este medio a decidir no publicarla. La tentación de publicar una primicia, más aun de este calibre, puede llevar a cometer errores imposibles de subsanar. Pese al trabajo realizado no hay un 100% de certeza. Fiel a su estilo periodístico, serio y responsable, El País prefiere perder una primicia antes de herir el honor de terceros y convertirse en portavoz de un fantasma.
Las líneas de trabajo continúan abiertas hasta lograr una confirmación total de la autenticidad de la carta. Cuando ocurra, será publicada.

EL ANÁLISIS DE LA FIRMA

El País consultó al perito calígrafo Carlos Peña Rachetti, quien analizó una firma de Héctor Amodio Pérez de 1972 (la primera) y la de la carta llegada en marzo (la segunda). "Lo máximo que puede decirse, con los elementos que se cuentan, es que la firma de la carta tiene trazos firmes y veloces, sin retoques, retomas o interrupciones, propios de quien tiene automatizada su ejecución. Y además observar alguna concordancia en sus trazos, sobre todo en los de cuerpo medio con los de la firma auténtica que pude examinar (la que además no está en documento original sino que es una reproducción). Pero esto dista enormemente de poder determinar que es auténtica o apresurar ni siquiera una opinión al respecto, ya que no hay elementos de análisis (en calidad y cantidad) que permiten hacer un estudio científico, fundado, serio y responsable de autoría", sostiene la pericia solicitada a Peña. Explicó que "para poder determinar si la firma de la carta en cuestión es o no auténtica, debe el Perito contar con un número elevado de firmas auténticas para examinar y luego proceder a la metodología indicada.
Pero además, y de suma importancia, tiene que haber una contemporaneidad entre la dubitada o cuestionada y las firmas auténticas que se estudian. Esto último pues la escritura y firma de todo individuo evoluciona y varía con el tiempo, más allá de que inciden en el individuo otras causas.

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