martes, 5 de octubre de 2010

Dario Silva...


El ex delantero fue peón de campo, luego futbolista, padre de familia y ahora empresario. Dice que perdona pero no olvida, y que tendrá su propia revancha.
En los últimos cuatro años y medio, a Darío Silva se le empañaron los ojos únicamente en tres ocasiones, muy diferentes entre sí, y se internó por unos pocos días en la soledad de su campo en Treinta y Tres. El primer golpe fue la muerte de su padre, a quien recuerda en forma recurrente a lo largo de la entrevista. La segunda vez es la más conocida por los uruguayos: cuando le dieron de alta, luego de que le amputaran media pierna, tras su accidente de tránsito el 23 de septiembre de 2006. Necesitó unos días para reponerse de una situación que hoy dice llevar con naturalidad y de la que se considera un privilegiado: "Dios me dio otra oportunidad; hubo otros, como `El Oreja`, que no la tuvieron". Justamente, la muerte tan temprana del futbolista Diego Rodríguez fue la tercera ocasión en que los allegados a Darío Silva (38 años) lo vieron mal, y lo dejaron tranquilo.
Con una prótesis en la pierna derecha que le permite trabajar como cualquier persona, aunque a ritmo más lento cuando se trata de actividad física, el ex futbolista no se da descanso. Regentea una empresa de representaciones que tiene sede en Europa y Uruguay, además de varios negocios que lleva adelante como por ejemplo el Club Atlético Platense, del cual es propietario y que asegura llegará a Primera. También tiene un proyecto a largo plazo, EcoFunsa, de reciclaje de neumáticos para convertirlos en polvo de caucho. "Heredé toda esa garra de mi padre", confiesa el ahora empresario futbolístico, al tiempo que también cuenta que pretende clasificar para los Paraolímpicos de 2014 en remo, y que tiene pendiente un sueño de niño: una regata importante que se realiza en sus pagos, Treinta y Tres Puerto La Charqueada. "No es para ganar sino por propia satisfacción". Sí, claro, hay un antes y un después del accidente, dice. Pero, fundamentalmente, con tristeza hace referencia a los amigos que se alejaron más que a la discapacidad física. Más allá de unas cuantas tristezas, Darío se muestra optimista en cuanto a su propia vida, pero también en relación a lo que es el amor de su vida: el fútbol. Habla de la selección actual, de los problemas de la que él integró, del gol que más disfrutó, de la situación actual del deporte local, del lamentable panorama de los jugadores en equipos importantes, de sus hijos, del alcohol y las drogas, de alegrías y decepciones.
-Se puede pensar que un futbolista que jugó en los equipos más ricos del mundo quedó muy bien. ¿Por qué tanta actividad cuando podría vivir tranquilo?
-Primero se hace por satisfacción personal y luego también, ¿porqué no decirlo?, por negocios. En el fútbol tengo gente muy amiga, pero muchos que me desilusionaron: personas que me siguen debiendo muchísimo dinero de cuando aún jugaba. Son cosas que suceden. Pero, por lo menos intento seguir llevando a mi familia y a mi gente adelante, y mi espíritu sigue trabajando; eso es lo importante. Sí, hubo gente que se acercó y otra que se alejó, pero lo tengo en mente. Perdono pero no olvido. Yo sigo siendo el mismo de siempre, como me enseñó mi padre; cuando me toca sentarme a tomar mate en un rancho con un amigo estoy tan cómodo como cuando estoy en un cinco estrellas. Siempre estoy a la altura de las circunstancias.
-¿Quién lo desilusionó?
-Gente que se alejó y que me debe dinero. Él sabe quien es y que estas palabras son para él. Está claro, es de hace muchos años atrás.
-Hace unos días se cumplieron cuatro años de su accidente. ¿Fue un antes y un después?
-Un después más que nada. Pero bueno, yo ya estaba dejando el fútbol. Llega un momento que uno quiere parar un poco, y quería venir a divertirme a Uruguay un año más. Era mi satisfacción: terminar de jugar en el lugar que salí.
-En ese momento se manejó que podría ir a Nacional. ¿Se hubiera puesto la camiseta tricolor?
-Por supuesto, porque soy ante todo un deportista, un profesional. Vi muchos jugadores más grandes que yo como (Carlos) Aguilera o (Juan Ramón) Carrasco que lo hicieron y no pasó nada. Logré encariñarme con clubes que nunca pensé, y me adapté a las diferentes situaciones. No importa el color, sino el deporte. Yo vivo del fútbol y la pelota me dio muchísimas satisfacciones.
-¿El accidente lo bajó un poco a tierra? ¿Se le fueron los papelitos de la cabeza?
-Yo siempre fui una persona humilde porque así me lo enseñaron mis padres: `con la humildad llegás a todos lados`. No pierdo nunca de vista de donde vengo y nací. Eso siempre lo llevé conmigo. Lo que pasa es que luego del accidente, en las entrevistas, dije lo que había sucedido, pero no era lo que la gente quería escuchar. Hasta el día de hoy lo mantengo, y quizás hay personas que siguen pensando lo mismo porque no me ven en la tele o en el medio diciendo una y otra vez lo que sucedió. No voy a negar que en otras circunstancias manejé muy rápido, a 180 y 240 kilómetros por hora, pero en ese momento iba a 60. Me distraje y me di contra una columna. Ahora tengo muchas más precauciones.
-¿Por qué no está en la tele y en los medios?
-Porque tengo contrato con revistas y emisoras de televisión de Europa que quieren exclusividad. Pero lo hago fundamentalmente porque ayudo a cuatro o cinco ONG en forma anual, y todo lo que percibo va a esas cuentas. Lo puede corroborar cualquiera: siempre que me piden salir en tevé, le digo `depositen la plata para tal fundación`. Ese dinero no me interesa, no necesito estar en televisión. Lo hago porque hay muchos niños que sí lo necesitan: soy padrino del INAU, de Niños con Alas, ayudo a la Fundación Winners, entre otros. En Europa, cuando salgo en programas me pagan, entonces en Uruguay tiene que ser exactamente igual. Tampoco es un dinero exagerado.
-¿Y usted no ayuda de su propio dinero?
-No me gusta hablar de lo que yo, por las mías, ayudo. Lo hice siempre sobre todo a gente que fue muy grande en el fútbol uruguayo y que nos dio muchísimas satisfacciones. Nadie se enteró. Me sentía reconfortado y tranquilo con mi conciencia.
-¿Se lo agradecieron?
-Sí, por supuesto. Ahora, lamentablemente quedan menos. Pero iba, tomaba mate con ellos, y era para mi toda una enseñanza.
-¿Campeones mundiales?
-No voy a dar nombres. Excelentes jugadores.
-¿Quién fue el mejor amigo que le dejó el fútbol?
-Tengo muchos amigos, pero el mejor fue mi padre. Lo tuve al lado mío, en las buenas y en las malas.
-¿Con cuál ex compañero no le gustaría encontrarse?
-No, no tuve enemigos en el fútbol gracias a Dios. Por algo en mi trabajo como empresario, al lugar que vaya, se me abren las puertas. Es un privilegio que no tienen muchos. Tengo contactos gracias a esos ex jugadores que hoy son entrenadores del Milan, el Cagliari, el Español, el Sevilla, entre tantos otros. Es un privilegio para mí pero además una oportunidad para los muchísimos jugadores que represento en todas partes del mundo. Tengo campeones mundiales.
-¿ Y en Uruguay tuvo resistencias como empresario?
-Sí, las que no encontré en el exterior. Equipos importantes que no dan la comodidad ni gratitud que deberían, y es una falta de respeto. Por eso no les doy bola. Creo que soy superior a ellos y algún día se los demostraré, cuando vaya a ser contrato con mis jugadores. Hoy tengo futbolistas jugando gratis y ellos no tuvieron ni siquiera la cordialidad de pagar un pase del interior que sale $ 9.100. Y se lamentan. Esto de ser empresario te lleva a aprender muchas cosas, y sé que voy a tener revancha, que se van a acordar de mí. Además va a quedar escrito, voy a comprar este diario, y un día lo voy a mostrar y decir: ves, esto que hablé, se trataba de ustedes, de su equipo.
-¿Cómo ve el fútbol uruguayo actual?
-Lo veo con un futuro enorme. Faltaba credibilidad, y esta selección del Maestro Tabárez se la dio. Ojo, yo fui uno de los que faltando cuatro fechas, calculadora en mano, dije: estamos fuera del Mundial. No puedo mentir. Pero también cuando clasificamos fui el primero en decir que salíamos dentro de los cuatro mejores. Y hoy te digo: el jugador del Mundial que viene es Edinson Cavani. Siempre me encantó, y será excepcional como lo son Diego Forlán y Luis Suárez. Tiene un potencial enorme, puede ser uno de los mejores jugadores que dé el fútbol uruguayo. Quizás me encanta porque lo veo parecido a mí, tiene como mi herencia.
-Las selecciones anteriores no llegaron y la que Cavani integró sí. ¿A qué lo atribuye?
-El fútbol se juega más rápido, los futbolistas de esta selección están acostumbrados a ese juego e incluso se enfrentaban bastante más en partidos internacionales. Nosotros a veces veníamos dos días antes. Gracias a Dios el Maestro Tabarez arregló con la AUF, pero eso lo tendrían que haber hecho apenas salieron cuartos. Porque viene cualquier equipo, le paga muchísimo más, y se va. Eso nos sucedía siempre: jugadores tratando de habituarse a técnicos nuevos. Esta selección ya está compactada con Tabárez. En otros tiempos, también jugábamos con otras cosas en contra. Nunca se arreglaban los contratos y las primas de antemano. Cuando fuimos al Mundial no habíamos firmado nada. Y te digo una cosa: en la Copa América se arregló después. Le puedo decir a la AUF de esa época que si no hubiera sido por mí, por el señor Darío Silva, tengo testigos, muchos jugadores se hubieran venido. Todos se querían ir. No les importaba porque nos estaban faltando el respeto. Es eso: o te concentrás en el fútbol o en la espera de los directivos. Y no es así. Pero lamentablemente en Uruguay es así. Actualmente hay equipos que le están debiendo tres o cuatro meses de sueldo a sus jugadores. Me parece desagradable. ¿Y si tiene familia? ¿Cómo uno puede pretender que esa persona corra en una cancha cuando no tiene para comer o darle lo mínimo a sus hijos? ¡O tiene que salir a hacer changas de albañil! ¿Cómo no esperar que un gurí de 15 no se quiera ir al exterior? Si me voy a morir de hambre aquí, me voy para Europa. Si a mí, como empresario, un presidente de club me tranca un pase, va a tener un lío conmigo que se acordará toda su vida. Es como digo: en Uruguay venís a pelear y discutir, en Europa hablás y negocias.
-¿De qué se arrepiente?
-De nada. Porque hice todo lo que tenía pensado para mi vida. Lo del accidente, bueno, por algo vino. Cuando aquel (mira al cielo) te da una advertencia tengo que valorarlo sobre todo por mi familia e hijos, que es lo principal de mi vida. A mí me dio una oportunidad. Lamentablemente (hace un largo silencio). Diego y muchos otros no la tuvieron.
-¿Qué relación tiene actualmente con el alcohol y las drogas? Existieron rumores...
-Drogas jamás, jamás, jamás. Y tampoco pienso tocarla en toda mi vida, ni la quiero para mi familia. El alcohol lo bebo tranquilamente, en el campo, en situaciones que se den. Como mi novia no bebe, ella maneja en caso que me tome dos o tres copas. Ella me pone límites, tanto que dejé de fumar. Yo tengo que saber manejar el vicio, y no me puede vencer nunca. Si voy al campo de pronto me tomo un mate o un whisky, o me fumo un pucho pero nada más. Por algo siempre digo: querer es poder. Quizás también lo hago por amor.
-¿Nunca tuvo problemas?
-Jamás.
-Hoy la mayor causa de muerte en jóvenes son los accidentes de tránsito. ¿Qué consejo daría?
-Es muy difícil dar consejos a los jóvenes que se están criando en un siglo muy complicado. En mi época, en el interior, si no tenías 18 años no entrabas a una discoteca. Hoy, he visto chicos de 13 y 14 años tomando en los boliches. ¿Qué le podés pedir? Se debe hablar con el gobierno: castigo duro para la gente que deja entrar a menores, y que se ponga una persona en la puerta de esos lugares que pidan la cédula. En las gasolinerías no se debería vender alcohol, ni antes ni después de las 10; hay otros sitios para ir a tomar. Son situaciones a nivel mundial muy difíciles de manejar, igual que la droga. Pero ¿qué querés? Salen a las discos a los 13 años, después fuman, toman, y ¿después qué? Piden más y más.
-¿Ha hecho terapia?
-No. Para mí es una cuestión de mentalidad, nada más. Es importante estar convencido de lo que uno está haciendo en la vida.
-¿Pero debe tener momentos de bajón? ¿O no?
-Solamente me pongo mal cuando quiero hacer cosas rápido y no puedo. Y bueno, ahora me tomo el tiempo que necesito. Y la verdad que tengo la alegría de mis hijos...
-¿Cuántos hijos tiene?
-Muchísimos: Inau, Niños con Alas, otras ONG, sobrinos, son todos hijos, y para mí es una alegría enorme saber que tengo muchos hijos en el mundo. Por supuesto que también me dan mucha satisfacción mis hijos Elina, de 14 años, excelente deportista, muy parecida a mí, y Diego, de 7, que ahora le gusta el fútbol y se esmera como loco por aprender. Florencia, también, otra hija para mí.
-¿Qué fue lo más importante que le pasó en su vida?
-Aparte de mis hijos, te voy a contar una anécdota. Cuando estaba en selecciones juveniles, mi madre no me quiso comprar un par de zapatos de fútbol. Entonces le dije, con 16 años: "Comprámelos porque el día que sea famoso y juegue en Italia, esto me va a servir". Imagínate lo que fue para mi darle esa satisfacción a mi madre y a mi padre. Lo más grande que me pasó en mi vida y carrera futbolística.
Las diferencias de las selecciones celestes
-Se ponderó mucho la unidad y el grupo humano de esta Selección. ¿Piensa que tanto halago supone un `palo` a equipos anteriores?
-Hay muchas diferencias. Se ve en la sincronización del fútbol que planteó el Maestro Tabárez y la nuestra. También son distintas épocas. No puedo decir si la interna estaba bien o mal, porque lo tenés que vivir y estar adentro. No había problemas sino que cada uno tenía su pensamiento y no siempre se estaba de acuerdo. Porque ahí no sólo cuenta el técnico sino también los jugadores. A mí toda la vida me encantó jugar con el "Chino" Recoba, y sin embargo para muchos no era importante para la Selección. Pero para mi clase de juego sí. Como también lo fue Diego Forlán, cuando recuerdo la Copa América. Se discrepaba mucho con su juego, y yo le decía a mis compañeros que era su manera de ser. Él no puede tener el carácter que tenía yo, tiene otro. Y está demostrándolo. Para mí es un halago haberlo tenido como compañero, además de todo lo que ha hecho por Uruguay.
-Pero hablando del grupo... a ustedes no se los veía alegres, en asados, en definitiva, unidos. ¿Muchos egos?
-En el Mundial Korea-Japón teníamos un gran equipo, no éramos compactos, pero sí había excelentes jugadores. Por un lado hay un factor suerte, pero también juegan otras cosas. Para mí, la mejor selección fue la de Italia 90, que tenía futbolistas como para salir campeones. Pero se empezaba a mirar al costado y estaba Maradona en Argentina, Platini en Francia y muchos otros equipos con jugadores de altísimo nivel. Y a los nuestros los llamábamos los `repatriados`, y hasta decían que venían a robar la plata. Uno de afuera lo podía ver así, pero cuando estás adentro te das cuenta que se pierde dinero. Venís a jugar con el corazón, por la satisfacción de hacer algo por tu pueblo, por tu país, porque era un orgullo; lo que nos daban por clasificar al Mundial, lo ganábamos con tres partidos en Europa. La AUF me sigue debiendo dinero del Mundial, pasajes que jamás le cobré porque sólo que me citaran era una alegría. Con la Celeste a uno se le pone la piel de gallina. Muchos me decían que yo la sentía más que los otros pero doy fe que no. Lo que sucede es que mi forma de jugar más agresiva llevaba a pensar eso. Yo no podía ser un Enzo o un Recoba, de hacer goles de tiro libre u otras magias.

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