Venezuela, una sombra negra. Un fantasma que ha conseguido asomar en el
Centenario. Un equipo que se las ha ingeniado, crecimiento deportivo mediante,
para cruzarse con tenacidad en el camino de Uruguay. Y no hay mejor llamador
para la nueva Celeste que el reto de romper con otro obstáculo.
En medio de unas Eliminatorias que encuentran a Uruguay bien arriba, aparece este sorprendente adversario que ha originado dolores de cabeza. Que ha sabido acallar las voces charrúas y que hasta dejó de lado temores del pasado para pegar tres gritos en un no muy lejano marzo de 2004. Contra este equipo que se hizo ver en la Copa América, que le dio flor de bofetada a Argentina en las Eliminatorias, Uruguay buscará marcar como nunca su resurgimiento Mundial.
Y no se trata de tener que subir al Aconcagua. O de sobrevivir en el desierto del Sahara. Es un partido de fútbol y que encuentra a Uruguay muy firme. Convencido de lo que hace. No hay dudas, lo mejor de todo es que la fortaleza de la selección es palpable, mayor incluso que la que ofrece este equipo caribeño que se planta bien, que maneja el balón con criterio y calidad. Si Venezuela creció -algo notorio-, qué queda entonces para este Uruguay de Tabárez.
Sudáfrica 2010, Argentina 2011 y muchos desafíos que se han ido presentando a lo largo de este camino celeste, que comenzó en 2006, reflejan con claridad una evolución fantástica. Rompe los ojos que eso es así.
Uruguay tiene, como hacía mucho tiempo que no se veía, un juego colectivo
sólido, con jugadores muy solidarios, con futbolistas dispuestos a relegar
papeles protagónicos con tal de contribuir en el beneficio del equipo.
Esta Celeste de Suárez, Cavani, Forlán, los Pereira, el "Cacha" y el "Ruso", por nombrar a algunos, es más fuerte que la Venezuela de los Amorebieta, Seijas, Arango o Rondón.
Además, está claro que este Uruguay es ganador. Que es fiel a su estilo juegue donde juegue. Tan contundente como eso, es el hecho de que ya no existe nada que altere sus planes. Ni mochila que los doblegue por una carga extra de responsabilidad.
Cuando hubo que dar vuelta un partido, lo hicieron. Cuando tuvieron que asumir el papel de favoritos, cumplieron. Cuando jugaron bajo presión extrema, sacaron a relucir su rebeldía.
Y gracias a ello comenzaron a dar tremendos pasos en los campeonatos. Al tiempo que recuperaron un respeto que estaba perdido.
Ahora viene otro desafío más. Que no es menor, porque nadie puede poner ya a la Venezuela de César Farías en el fondo de la bolsa de Sudamérica. Por el contrario, la Vinotinto dejó hace rato de ser la Cenicienta. Es más, sus jugadores consiguieron algo que les faltaba: la convicción de que pueden lograr los objetivos. Y eso no es un detalle menor.
Hay, por otra parte, un respeto a la filosofía de juego. Eso, por cierto, los convierte en un equipo respetable. Mucho más cuando también tienen piezas que son capaces de resolver un partido por sí solos. Está claro que esta Venezuela es diferente, muy diferente de la que siempre resultaba vapuleada y esa es una razón más para convencerse que se encontrará con Uruguay enchufado.
Nada mejor para los uruguayos que la invitación a la máxima concentración. Nada mejor que un rival que obligue a dar todo lo que se tenga. Así fue siempre y mucho más con este equipo.
Con todas las pilas puestas, y bien cargadas, Uruguay entrará hoy al Centenario dispuesto a terminar con algunos fantasmas recientes. Esa cacería es uno de los desafíos que se presentan esta tarde. Sin olvidar, tampoco, que hoy se ostenta el primer lugar en la tabla de las Eliminatorias y que estos puntos pueden empezar a marcar la cancha.
En medio de unas Eliminatorias que encuentran a Uruguay bien arriba, aparece este sorprendente adversario que ha originado dolores de cabeza. Que ha sabido acallar las voces charrúas y que hasta dejó de lado temores del pasado para pegar tres gritos en un no muy lejano marzo de 2004. Contra este equipo que se hizo ver en la Copa América, que le dio flor de bofetada a Argentina en las Eliminatorias, Uruguay buscará marcar como nunca su resurgimiento Mundial.
Y no se trata de tener que subir al Aconcagua. O de sobrevivir en el desierto del Sahara. Es un partido de fútbol y que encuentra a Uruguay muy firme. Convencido de lo que hace. No hay dudas, lo mejor de todo es que la fortaleza de la selección es palpable, mayor incluso que la que ofrece este equipo caribeño que se planta bien, que maneja el balón con criterio y calidad. Si Venezuela creció -algo notorio-, qué queda entonces para este Uruguay de Tabárez.
Sudáfrica 2010, Argentina 2011 y muchos desafíos que se han ido presentando a lo largo de este camino celeste, que comenzó en 2006, reflejan con claridad una evolución fantástica. Rompe los ojos que eso es así.
Esta Celeste de Suárez, Cavani, Forlán, los Pereira, el "Cacha" y el "Ruso", por nombrar a algunos, es más fuerte que la Venezuela de los Amorebieta, Seijas, Arango o Rondón.
Además, está claro que este Uruguay es ganador. Que es fiel a su estilo juegue donde juegue. Tan contundente como eso, es el hecho de que ya no existe nada que altere sus planes. Ni mochila que los doblegue por una carga extra de responsabilidad.
Cuando hubo que dar vuelta un partido, lo hicieron. Cuando tuvieron que asumir el papel de favoritos, cumplieron. Cuando jugaron bajo presión extrema, sacaron a relucir su rebeldía.
Y gracias a ello comenzaron a dar tremendos pasos en los campeonatos. Al tiempo que recuperaron un respeto que estaba perdido.
Ahora viene otro desafío más. Que no es menor, porque nadie puede poner ya a la Venezuela de César Farías en el fondo de la bolsa de Sudamérica. Por el contrario, la Vinotinto dejó hace rato de ser la Cenicienta. Es más, sus jugadores consiguieron algo que les faltaba: la convicción de que pueden lograr los objetivos. Y eso no es un detalle menor.
Hay, por otra parte, un respeto a la filosofía de juego. Eso, por cierto, los convierte en un equipo respetable. Mucho más cuando también tienen piezas que son capaces de resolver un partido por sí solos. Está claro que esta Venezuela es diferente, muy diferente de la que siempre resultaba vapuleada y esa es una razón más para convencerse que se encontrará con Uruguay enchufado.
Nada mejor para los uruguayos que la invitación a la máxima concentración. Nada mejor que un rival que obligue a dar todo lo que se tenga. Así fue siempre y mucho más con este equipo.
Con todas las pilas puestas, y bien cargadas, Uruguay entrará hoy al Centenario dispuesto a terminar con algunos fantasmas recientes. Esa cacería es uno de los desafíos que se presentan esta tarde. Sin olvidar, tampoco, que hoy se ostenta el primer lugar en la tabla de las Eliminatorias y que estos puntos pueden empezar a marcar la cancha.
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