domingo, 5 de diciembre de 2010

Luis E. Gonzalez opina de MUJICA


La excesiva exposición del Presidente "no ha tenido un impacto negativo en su popularidad", opina Luis Eduardo González, pero "la gente piensa que no se está haciendo lo suficiente en materia de inseguridad", que es el punto más débil del gobierno.
El sociólogo y analista Luis Eduardo González remarca que los niveles absolutos de aprobación de la gestión como de simpatías personales hacia el Presidente Mujica son muy altos, "mucho más altos de lo que se vio en el pasado", a pesar que la más reciente encuesta de Cifra -la empresa que dirige González- señaló una "pérdida de puntos" (-8%) en el desempeño del gobierno al cumplirse los nueve primeros meses.
La visión sobre el desempeño del gobierno empieza a erosionarse porque "la gente piensa que no se está haciendo lo suficiente en materia de inseguridad", sostiene González.
En públicos más elitistas, "más formadores de opinión", explica el director de Cifra, "también empieza a sentirse que se habla mucho y se hace poco", pero la excesiva exposición del Presidente "no ha tenido un impacto negativo en su popularidad".
-¿Cómo se mide la popularidad de un Presidente? ¿Qué entiende el entrevistado por "simpatía" cuando responde a una encuesta?
-No necesariamente todo el mundo entiende la misma cosa, pero yo diría que para el uruguayo significa que alguien "le cae bien" o "le cae mal". El vínculo con la política no es directo, pero está asociado indirectamente. Es muy difícil que un candidato a Presidente reciba muchos votos si no tiene un nivel relativamente alto de simpatía. Pero uno puede tener más simpatía y menos votos, o al revés.
-¿A qué puede atribuirse que Mujica caiga bien en la sociedad uruguaya? ¿Hay una identificación con la figura?
-Mujica es una persona popular en amplios sectores del electorado. Hace bastante tiempo que es así. Para erosionar eso, tiene que haber cosas que molesten a distinta gente en distintos sectores. Hoy, yo diría que la gente le está pasando un aviso. Hay un principio de disconformidad con la gestión del Presidente, o de gobierno, pero eso no se trasmite todavía a la popularidad. Por otra parte, a principio de los gobiernos, lo normal es un poquito de luna de miel, es bastante parecido a lo que pasó con Vázquez hace cinco años.
-¿La excesiva exposición del Presidente Mujica, puede jugar en contra?
-Cuando uno está hasta en la sopa, fastidia. Ahora, el problema con Mujica no es tanto que fastidie por estar hasta en la sopa; es bastante claro que hay un déficit que tiene que ver con la seguridad, y eso, hasta donde yo lo entiendo, no tiene relación con la sobreexposición a los medios.
-¿Qué explica, a su juicio, esa caída en la aprobación del desempeño de Mujica, pese a que se mantiene en niveles altos?
-Básicamente la gente piensa que el gobierno no esta haciendo lo suficiente en materia de inseguridad. Ese es un problema que viene de la administración pasada, y que fue encarado de manera complicada, criticando a los medios, como que de alguna manera se inflaba el problema y se le daba más envergadura de la que realmente tiene. Eso, visto desde el punto de vista de la población, se parece mucho a una negación del problema, y a la gente eso no le gusta nada. La forma de hablar de esta administración es bastante diferente a la anterior. El discurso de los voceros calificados de esta administración está más centrado en las preocupaciones de la gente. En ese sentido, hay una mejoría. Pero otra vez: desde el punto de vista de la población, la mejoría por ahora queda en palabras. No se advierte significativamente en los hechos.
-En la última encuesta, se valoraban la educación y la construcción de viviendas como "puntos fuertes" de la gestión. Es curioso porque en esos dos aspectos también hubo mucha declaración y poca obra.
-Me da la impresión que esos temas son percibidos por la población como de mucho menos urgencia que el de la seguridad. Si hay discursos apropiados, aunque en realidad no haya medidas concretadas, bueno… Hay un público que está dispuesto a darle crédito. Hay más benevolencia. Ahora, es significativo que entre las virtudes ninguna se destaca particularmente por encima de las demás. Aparecen cuatro o cinco menciones más o menos con valores similares, algunas de las cuales parecieran que solo califican el discurso pero no la gestión; mientras que en las críticas, la inseguridad es la preocupación que más se menciona, con distancia.
-¿El Partido Nacional o los colorados le han encargado encuestas sobre la aprobación de la oposición?
-No, en este momento no hay demanda política. De nadie. Eso habla bien de los políticos de Uruguay.
-¿Por qué?
-Porque quiere decir que hay poca plata. En la política uruguaya se gasta mucho menos dinero per cápita que en la mayoría de los países de América Latina.
-Aun sin tener encuestas, ¿cómo valora usted los distintos perfiles de oposición que hoy exhiben Bordaberry, Lacalle y Larrañaga?
-En términos generales, en el presente, Bordaberry y Larrañaga, por distintas razones, son las figuras más populares de la oposición, pero no tenemos cifras exactas.
-Dentro del propio Frente Amplio y en la interna sindical hay una oposición que está cobrando cada vez mayor visibilidad. ¿Cómo puede afectar al gobierno?
-Yo diría que el nivel de conflicto que estamos viendo ahora es más alto que el de la administración pasada. En el pasado, hubo momentos de enfrentamiento fuerte del entonces Presidente Tabaré Vázquez con su propio partido; el más visible fue un tema visto como un asunto de convicciones personales: la cuestión del aborto. Ello no representaba necesariamente un problema político profundo, mientras que ahora los problemas son claramente más marcados y más políticos. Por un lado, es razonable que el nivel de conflicto sea mayor hoy. El primer gobierno de la izquierda era algo excepcional; era la primera vez que ocurría y había que cuidar eso; el segundo no es excepcional, es la continuidad. Eso abre más espacios a las diferencias y los desacuerdos.
"Otro punto que debe tenerse en cuenta es que el Presidente Mujica abrió frentes en la discusión interna que nunca antes habían sido expuestos con esa claridad. Las opiniones que sustentan su visión de la necesidad de la reforma del Estado, las afirmaciones de que los funcionarios públicos son, en general, trabajadores privilegiados: todas esas cosas, nunca habían sido dichas en la izquierda por una figura política de primer nivel, como es el Presidente. Todo eso incorpora tensiones nuevas a los debates políticos internos.
-¿Cómo ve la formación de bloques antagonistas dentro de la izquierda, qué futuro puede predecirse sobre este fenómeno, en caso de consolidarse, y qué influencia puede tener sobre el gobierno?
-La tensión que alimenta la alianza de sectores en el seno del Frente Amplio ha estado ahí desde hace varios años. Para el partido de gobierno el riesgo último es de ruptura, como ocurrió en Brasil, lo que llevó a la candidatura presidencial de Marina Silva. Aunque hoy una ruptura significativa parece ser poco probable, la tensión dificulta sin dudas la gestión del gobierno (y lleva al Presidente Mujica a decir que en este país "no te dejan hacer nada").

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