domingo, 12 de agosto de 2012

El 79% de los uruguayos dice que es feliz


Mientras la filosofía todavía se pregunta qué es la felicidad, la economía desarrolla índices para cuantificarla. Una encuesta realizada por la consultora Opción, la primera que se realiza a nivel nacional, releva que el 79% de los uruguayos es feliz.
"Si tu vida fuera una escalera de diez pisos, ¿en qué tramo te sentirías hoy?". Esa simple pregunta realizada a una muestra de 600 personas en mayo de 2012 relevó que 56 de cada 100 uruguayos siente que su vida se encuentra en el octavo, noveno o décimo piso, y que solo 21 de cada cien siente que se encuentra por debajo del cuarto.
Lo que se estudia de este modo es la consideración subjetiva de la felicidad de la población. El componente subjetivo distingue a este indicador de otros índices que se elaboran para cuantificar la calidad de vida de una población.
ESCALANDO. Los matices de la felicidad, como el clima en Uruguay, son templados. La felicidad nacional varía poco en función de la edad, apenas la soplan el nivel educativo y la región del país que se habita, y se ondula suave, como la geografía, ante el sexo y la autoidentificación ideológica.

Hay tantos uruguayos infelices en Montevideo como en el interior del país. Pero en el interior hay un 7 por ciento más de uruguayos que se sitúa en los niveles más altos de la escalera. Son el 59 por ciento.Según la primera entrega del Monitor de Felicidad uruguaya, la población más feliz es la que se encuentra en la franja superior a los 60 años y la menos feliz es la que está en el tramo entre los 35 y 59 años. Entre los jóvenes (16 a 34 años), sólo 18 de cada 100 consideran que el nivel de satisfacción con su vida es bajo, mientras que en la segunda franja son 24 de 100.
La diferencia entre los hombres y las mujeres infelices es más acentuada. Así, el tramo inferior de la escalera es compartido por el 16 por ciento de los hombres y por el 26 por ciento de las mujeres.
También es ostensible la diferencia que resulta a partir de la estratificación de la felicidad por nivel educativo. Mientras siete de cada diez uruguayos con nivel educativo bajo se sitúan a si mismos por debajo del cuarto escalón, nueve de cada diez con nivel educativo alto se sienten arriba del escalón seis.
La encuesta también relevó la relación entre la felicidad y la autoidentificación ideológica. Los resultados recogidos muestran que el 31 por ciento de quienes se consideran de izquierda son infelices, mientras que esa cifra baja al 21 por ciento en quienes se consideran de derecha. Del mismo modo, los datos constatan que 62 de cada 100 uruguayos que son de derecha dicen ser muy felices, al tiempo que en el mismo nivel, se ubica el 48 por ciento de quienes se identifican con la izquierda .
PROYECTO. El Monitor de la felicidad es una iniciativa impulsada por Mauro Vázquez y desarrollada por la consultora Opción. Esta primera entrega pretende relevar el nivel de satisfacción de los uruguayos con su vida. "La idea es que a partir de ahora mensualmente incluyamos una pregunta extra para profundizar", dice Vázquez.
Este monitoreo se inscribe en una tendencia mundial que pretende medir la evolución de las sociedades a través de indicadores que no son netamente económicos.
"Estamos acostumbrados a evaluar cómo le va al país en relación, por ejemplo, al Producto Bruto Interno (PBI)", explica Vázquez. "Sería más sano empezar a medir desde un punto de vista más subjetivo que diga qué tan satisfecha está la gente independientemente de lo que pasa con la economía", agrega.
UNA PARADOJA. El Índice de Desarrollo Humano, que indexa la esperanza de vida, el PBI per cápita y la tasa de alfabetización de adultos, y el Índice del Planeta Feliz, que integra la huella ecológica, la percepción subjetiva de la felicidad y la expectativa de vida, son algunos de los indicadores que a contrapelo de la teoría económica más clásica intentan complejizar la dimensión cuantitativa del desarrollo económico.
Los fundamentos de estos indicadores no provienen de reivindicaciones sociales, sino del seno de la propia economía y están respaldados por un postulado conocido como La paradoja de Easterlin.
En sus estudios, el economista Richard Easterlin detectó que el aumento del ingreso, en los países cuya población tiene las necesidades básicas satisfechas, no se traduce en un incremento proporcional de la felicidad: un hallazgo que cuestionó la asimilación clásica entre desarrollo económico y felicidad.
Aunque los estudios de Easterlin son controversiales, países como Francia y Bután han incorporado entre sus indicadores la sensación de felicidad de las personas.
"Nosotros no sabemos qué determina la felicidad de la gente", dice Vázquez. "La idea es que con la investigación tengamos una idea de los factores más sensibles a la satisfacción de la población".
Sondear en los motivos de la felicidad ya no parece competencia solo de la filosofía.

El pionero fue Bután

Desde 1975, Bután, un país situado en el Himalaya, utiliza el Índice de Felicidad Nacional Bruta para medir la conformidad de los habitantes con su vida. El indicador fue propuesto por el cuarto rey del país, Jigme Singye Wangchuck, y se elabora con 200 preguntas sobre distintos temas, entre los cuales se encuentran elementos tan intangibles como la espiritualidad. Sin saberlo, Bután llegó primero a un debate que sacude las aulas de economía del mundo. El país ha hecho del índice una guía de desarrollo y la aplicación económica del postulado budista del camino intermedio, ya que mezcla economía y religiosidad. La Felicidad Interior Bruta se sostiene sobre cuatro pilares: el desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, la preservación y promoción de la cultura, la conservación del medio ambiente y el buen gobierno.

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