"Te agarro acá, afuera o allá en tu casa"

Como si en los últimos tiempos -quizá desde hace un año a esta parte- no hubiera sido poco el debate, o por lo menos la necesidad de reflexionar, de la situación de Diego Lugano, sobre todo por su falta de competencia oficial, ahora prácticamente total, en el fútbol de Francia, surgió lo que pasó en Mendoza el viernes pasado.

Esto es: el capitán salió lesionado y, en un partido que Uruguay llevaba relativamente controlado, o en el que al menos parecía defensivamente bien parado, en pocos minutos la estantería se vino abajo.

Es que, si hay algo con respecto al tema de la continuidad de Lugano como titular que todavía resulta inobjetable, porque parece unánime la consideración de que el zaguero tiene una personalidad que hace que su presencia en el plantel resulte necesaria, es que su determinación y carácter -adentro y afuera de la cancha- incide tanto en sus compañeros como, incluso, los propios rivales.

Sobre esto último, precisamente, en la intimidad de la concentración celeste en el Hotel Los Tajibos de Santa Cruz de la Sierra se conoció un ejemplo muy claro: en el partido contra Argentina, cuando Lugano se tira y choca con Sergio Romero, y el arquero da muestras de dolor porque tras la embestida del zaguero quedó lesionado, Zabaleta empezó a gritar y gesticular, ante lo cual el capitán celeste -que estaba en el piso- se levantó, se le fue encima y lo encaró: "¿Qué hacés? Si vos sabés que no me tiré a lastimarlo. ¿No ves que me estás mandando en cana con todo el estadio? ¡Vos sabés bien que yo te agarro acá, adentro, afuera, o igual te voy a buscar allá (en Europa) a tu casa!".

Entonces, en medio del lío, de gritos de jugadores de ambos bandos, de empujones y manotazos, alcanzó a escucharse, más que una respuesta, un ruego de Zabaleta: "Tranquilo, tranquilo, Lugano. ¡Perdóname, Lugano, perdonáme! ¡Está todo bien, perdonáme Lugano!"

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