"Es un partido muy importante", reflexionó Diego Forlán, hablando a la pasada, arriba del avión, durante la escala en Santa Cruz de la Sierra, el domingo de tarde. Sí, claro.
"No pensábamos llegar a esto, pero es una situación límite", consideró Diego Lugano, en el transcurso de la misma parada. Sí, claro.
Los matices de la interpretación acerca de lo que representa el partido que Uruguay jugará esta noche contra Venezuela pueden ser muchos y variados. Ahora bien, si hay algo en torno a lo cual no hay ninguna duda, es que si una selección pretende ir a un Mundial, así sea como Uruguay ahora, apuntándole a la puerta de entrada de un Repechaje, cinco partidos sin ganar son demasiados.
A ver, no será para hacer drama, como bien dijo Tabárez, pero si el objetivo es clasificar a Brasil 2014, hay que parar de sufrir y, sin magia ni esoterismo, reencontrar la forma de que el conjunto celeste tenga un funcionamiento sano, saludable, que le permita volver a sacar los resultados favorables que a esta altura tanto se están necesitando.
La empresa de hoy, por supuesto, no es fácil. Más allá de que haya crecido futbolísticamente, y de que sus jugadores no padezcan esa subordinación anímica que parecían tener antes, Venezuela no sólo le ganó a rivales como Argentina jugando de locatario, sino que parece ser ya desde hace unos cuantos años a esta parte "la horma del zapato" para Uruguay, al que le resulta difícil ganarle por las Eliminatorias a los venezolanos.
Hay por allí, entre los antecedentes, uno que quizá no vendría mal dejar de lado, y es el de la Copa América de 2007, donde la "Vinotinto" tenía la responsabilidad de convertirse en algo más que "la sombra negra" de los celestes, porque jugaba en su casa, era el organizador del campeonato y tenía la posibilidad y responsabilidad de llegar por primera vez a las instancias finales, y Uruguay la tiró para afuera con una goleada.
Es decir, esta noche Venezuela juega sabiendo que si gana y le saca seis puntos de ventaja a Uruguay sería muy difícil que le discutan la chance clara de disputar un repechaje. De modo que esa puede ser un arma que podría hacer jugar Uruguay, por más que su necesidad de triunfo sea impostergable: transferirle futbolísticamente el peso del mayor compromiso a su adversario; al locatario.
De esa manera, incluso, los celestes podrían volver a sentirse "como pez en el agua", de acuerdo a algo que muy bien definió Suárez hace 15 días en el Complejo "Uruguay Celeste": "Los rivales ahora nos conocen, se nos cierran atrás, no vienen a atacarnos, que es la forma como nosotros nos sentimos más cómodos, porque tenemos más espacios".
Esto último no significa que los celestes deban salir a jugar al empate. La cita es una referencia al tipo de juego y no a la búsqueda de un resultado; aunque, atención, que aún en momentos en los que la situación se ve como desesperante, o es "límite", como definió Lugano, sigue vigente aquella vieja ley no escrita de que "partido que no se puede ganar, no se debe perder", y que en el pasado pareció acuñada de puño y letra por las características tradicionales del fútbol uruguayo.
Al fin y al cabo, aunque Uruguay no está 7° sólo por la influencia de la derrota experimentada en Santiago, hay que considerar cuánto incidió en la victoria de Chile que los celestes salieran a "cambiarle figuritas" a un equipo que no se siente tan suelto cuando lo esperan.
En suma, hoy es necesario ganar. ¡Pare de sufrir!, Uruguay, para tener aspiración real de ir al Mundial 2014.
Venezuela también precisa ganar. A su historia joven le hace falta. Hay que empezar por lograr que su gente se lo reclame; si es así, capaz que para Uruguay todo puede volver a ser como antes. Después de todo, a nadie se le ocurriría dudar de la mayor jerarquía individual que tienen las principales figuras celestes en comparación con la de sus rivales. Todo pasa, entonces, por rendir un examen de esa materia: para salvarlo, los celestes deben rescatar de la memoria ese atributo que, un año y cinco partidos después del último triunfo por Eliminatorias ante los peruanos en el Centenario, parece agonizante u olvidado.
Salomón Rondón
Su corpulencia y potencia lo convierten en un jugador de máximo cuidado para los celestes. Sabe filtrarse entre los zagueros y saca con facilidad el remate. Baja unos metros para entrar en juego con Arango y se coloca muy bien en el área.
Edinson Cavani
Tendrá que asumir todo el protagonismo de la ofensiva uruguaya y está en condiciones de hacerlo. Tiene movilidad, disparo con las dos piernas. La cuestión es que se lo habilite correctamente, porque con generación de juego el "Matador" no perdona.
Historia: 8 a 2
Las selecciones de Venezuela y Uruguay se enfrentaron 15 veces por las Eliminatorias mundialistas. Venezuela ganó dos cotejos con 14 goles; Uruguay se impuso en ocho con 29 tantos y empataron los cinco restantes.
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