miércoles, 20 de febrero de 2013

Peñarol con lo justo vence a Emelec


Ese cambio -entendible, válido- de Macaluso por Olivera en los minutos finales, da una idea de cómo fue el triunfo de Peñarol: sufrido, apretado, al extremo de que pese a que los aurinegros, asumiendo con responsabilidad su rol de locales, anduvieron con la pelota durante la mayor parte del trámite, quizá quienes fabricaron mayor cantidad de situaciones de gol fueron los visitantes.
Es que, como lo demostraron el Loja y el Barcelona ante Nacional, y la selección de Ecuador en sus últimos partidos por Eliminatorias en el Centenario, estos de ahora -sobre todo jugando fuera de casa- no son los de antes.
Cierto, a Emelec le faltó profundidad, pegada, pero también ocurrió que Peñarol, pese a no poder fabricar llegadas claras, tuvo dos virtudes que al final gravitaron más que algunas de las limitaciones que por pasajes pareció le iban a resultar insuperables, como la falta de desborde por afuera salvo en las escasas ocasiones en las que Estoyanoff profundizó no sólo con pujanza sino también en forma clara, y la carencia -más allá del corazón de Aguirregaray para mandarse con el alma hacia el área rival por más que no fuese con su perfil más adecuado- de alguien por adentro que fuese capaz de armar una pared con Zalayeta cuando éste se retrasaba a pivotear porque la pelota no le llegaba: el equipo aurinegro estuvo siempre bien parado, armado; y, sobre todo, concentrado. Justo ante los "eléctricos", el cuadro de "Polilla" lució en todo momento enchufado.
Esto es, Peñarol imprimió vértigo, empujó, por su falta de precisión en los pases de mediocampo hacia adelante, pero por más que rebotó casi siempre ante las dos sólidas líneas de cuatro que paró un adversario que, además, sacó la pelota desde su campo casi siempre bien jugada, no se enloqueció, no perdió la línea: siguió buscando la puerta aunque no encontrara la llave.

El gol del triunfo, en definitiva, es una demostración palpable: Alejandro González no había subido casi nunca, los centros bajos del "Lolo" no siempre fueron "limpios" y cuando lo fueron, Olivera había llegado tarde. O no había llegado; pero a los 67` se unieron todos esos factores y Peñarol salió adelante. Sufriendo. Apretado; y, por sobre todo, para pesar de los "eléctricos", muy enchufado.Esa, pues, fue quizá la clave para un triunfo muy importante; más allá de que Peñarol no haya sido un dechado de virtudes, y de que una vez lo salvara el caño y en otras dos o tres las atajadas de Bologna, porque lo que cuesta, vale.

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