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Nada tan claro y tan contundente de lo que ha sido este gobierno luego de tres años de gestión que observar lo ocurrido con el tema de la famosa, bendita o maldita marihuana. Se podrá decir que es un asunto menor dentro de una actividad que comprende cuestiones más complicadas y delicadas. Pero es una descripción perfecta también de cómo se han tratado muchas de ellas: improvisación, cambios de rumbo, escasa seriedad, mucho talenteo, desconcierto general y, en definitiva, nada.
Nada tan claro y tan contundente de lo que ha sido este gobierno luego de tres años de gestión que observar lo ocurrido con el tema de la famosa, bendita o maldita marihuana. Se podrá decir que es un asunto menor dentro de una actividad que comprende cuestiones más complicadas y delicadas. Pero es una descripción perfecta también de cómo se han tratado muchas de ellas: improvisación, cambios de rumbo, escasa seriedad, mucho talenteo, desconcierto general y, en definitiva, nada.
Hace diez meses que el presidente Mujica sorprendió al mundo con su proyecto, no solo de legalizar el consumo de marihuana, sino que, a efectos de transparentar el negocio y evitar la presencia de dudosos intermediarios o traficantes, sería el Estado quien se encargaría de su importación, producción, comercialización y distribución. Es decir, un nuevo monopolio, donde obviamente habría funcionarios (públicos) encargados de esa tarea.
Lanzada la idea, arreciaron las repercusiones. Tabaré Vázquez, adalid de la lucha contra el tabaco, fue muy cauteloso en este caso: "No se puede dar una opinión terminante y última de una sola vez. Creo que amerita un estudio profundo", opinó el galeno, aunque recomendó no fumar (marihuana). Pero aparecieron innúmeras convenciones signadas por Uruguay, que no permitían llevar adelante esta iniciativa. Eso no detuvo la marcha del presidente (no lo detiene la Constitución, ¿lo van a detener las convenciones internacionales que no dicen lo que quiere?), se armó un proyecto de ley que, entre otras cosas, creaba el Instituto Nacional del Cannabis (INCA).
Tampoco lo detuvo la ola de críticas: desde la oposición y de diversos ámbitos de la sociedad (médicos y científicos incluidos) se formularon severos y fundados reparos a la iniciativa, que consideraban gravísima.
Mujica anunció (a mediados de julio) que si no lograba un respaldo popular del 60% expresado en las encuestas se iba "al mazo". Las dos primeras que aparecieron (Cifra y Radar) estaban por encima del 62% de rechazo. Pero el presidente continuó su campaña e incluso reclamó más respeto por la marihuana en un reportaje de la cadena BBC de Londres: "Es todo una exageración (las críticas). En realidad el cannabis tuvo que ver con el descubrimiento de América. El cannabis se usaba para hacer las velas (y) para hacer estopa de tapar las hendijas de los barcos. Ha acompañado toda la epopeya en el Nuevo Mundo. Merece que lo tratemos con más respeto y conocerlo mucho más", agregó. Después vino todo aquello a quiénes se lo podía vender, cuánto se les podía vender, cómo, si valía hacer clubes de fumadores de porro y otras menudencias.
En diciembre una nueva encuesta de Cifra situó en el 64% a los uruguayos contrarios a su iniciativa. Mujica pidió que se "frene" el proyecto, porque "la mayoría tiene que estar en la calle" y no en el Parlamento. Dos días después, volvió a cambiar de parecer: "Las encuestas un carajo, no me como la pastilla del Sordo", dijo en referencia a su decisión de frenar el proyecto que legaliza la venta de la droga, decisión que había adoptado al día siguiente de conocerse una encuesta de Cifra, de Luis Eduardo González.
Y así llegamos al marzo actual, concretamente a esta semana que pasó: el martes, el Secretario de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, dijo que el gobierno defenderá su proyecto con firmeza ante la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), dependiente de la ONU por las observaciones impuestas. El miércoles, nuevo cambio de Mujica que volvió a decir que se "baja" del proyecto y que solo se aplicarán algunas medidas controladas en hospitales con aquellos que las soliciten y el jueves el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, dijo desde México que es necesario aprobar la ley y luego someterla a plebiscito popular para que la confirme o la derogue (no aclaró si, conocido el resultado de la consulta, se iba a respetar en caso de ser adverso al gobierno). Una verdadera mosqueta.
¿Es esta la manera que tiene el gobierno para encarar un proyecto? La preocupación de Mujica por frenar el tráfico de drogas y el auge dramático de la pasta base es loable. También es cierto que los métodos tradicionales de las sociedades en esta lucha no han dado resultado. Pero pensar que con la improvisación rampante y el talenteo machacón se puede lograr algo, es un disparate. Las soluciones innovadoras no pasan por proponer cualquier cosa. Y se han acostumbrado a ello.
Esto va, obviamente, no solamente para la marihuana que es apenas un simple ejemplo, pero muy ilustrativo de la seriedad que impera en la Torre Ejecutiva.
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